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Edición #3: Viajes, vuelos, vacaciones
y otras circunvoluciones

Quiero pensar que esta es la segunda temporada del newsletter. Me hace sentir mejor, porque así, mi retraso al publicar responde a un calendario y no a, bueno, otros factores...
Iniciaré con un epígrafe que es un relato breve de Gilda Holst, una gran escritora y amiga a quien perdimos hace poco. Me enteré de su muerte estando yo de viaje y me dolió mucho no poder acompañar a su familia, no poder escuchar su voz nunca más. Así que pensé en hacerle un homenaje en la próxima edición, o sea, ésta, que ya tenía como tema los viajes, pero no sabía cómo conectar los temas. Al llegar a Guayaquil, busqué los libros de Gilda en mi biblioteca y el primero que saqué fue Bumerán. Y el primer relato del libro es el que copio abajo. Esta coincidencia me conmueve a varios niveles, porque se dio gracias a lo que en el budismo tibetano se conoce como "tendrel", palabra que se traduce como "interdependencia", y coloquialmente indica "casualidad". Es decir: las cosas y los fenómenos no existen por sí mismos, sino en relación a otros, y esta interdependencia hace que las cosas se unan de una manera auspiciosa y se den estas casualidades.
Voy
No sé cómo me metí, pero voy séptima en esta larga fila de pelícanos. No sé de dónde venimos ni a dónde vamos. A comer, de dormir, de soñar, a parearnos, a morir. No sé. Sólo estoy presente y aleteo.
Hay mucho que pensar sobre el simple acto de ir de un lugar a otro, sobre las palabras que usamos para describirlo, ya sea literal o metafóricamente: viaje, paseo, excursión, caminata, carrera, maratón, migración, éxodo, peregrinación; volar, navegar, explorar, crecer, madurar, triunfar, morir, volver. Las distintas acepciones están determinadas por la duración del viaje o de la estancia en el destino; por el destino en sí; por tu estado de alerta: dormido, despierto, sobrio o con ayuda de sustancias (así me han dicho); por el número de personas que viajan; por la velocidad, el método de locomoción, el motivo, la voluntad o la inevitabilidad. Ese ir de un lugar a otro es una de las experiencias menos triviales en la historia de la humanidad, porque es uno de los hitos que marcan el origen de ésta: un simio empezó a usar solo dos pies para caminar y tomó una ruta distinta en el árbol genealógico de la evolución. No sé si recuerdan un comercial de Johnnie Walker que se llamaba "Fish"; véanlo, es una alegoría magistral.
En la época de los mapas de papel, la paradoja era que todos querían viajar, pero nadie quería parecer turista. Hoy, esa distinción ya no tiene sentido. Las redes sociales desvirtuaron ese debate y lo convirtieron en una máquina de hacer dinero y ganar popularidad, seguidores, sponsors, beneficios. Hay cientos de miles de creadores digitales que viven del contenido que generan durante sus viajes o acerca de sus viajes. Y nunca faltan los que te dan lecciones de vida aprendidas junto al camarógrafo que te sigue a todos lados y hace al menos cinco pruebas de luz. El comediante mexicano Paco de Miguel los parodia a la perfección en una serie de posts que son muy cómicos:
Quizá la variante más difícil (y actual) del viaje sea la migración. En su charla El Trauma de la Dislocación Geofísica, el psicoanalista y profesor Salman Akthar explica casi poéticamente lo que en su consulta y en sus investigaciones ha comprendido sobre este fenómeno:
"Pensamos que la migración se trata de perder a la familia, de perder a hermanos y hermanas, tíos y tías, vecinos agradables y vecinos desagradables, y cosas por el estilo. Tengo malas noticias. La migración, en realidad, tiene relativamente poco que ver con los seres humanos. El impacto y el dolor de la migración no se trata de perder las relaciones humanas. De hecho, si tienes un tío tímido, un primo esquizoide y un sobrino sociópata, incluso si te mudas a Sidney, puedo asegurarte que en unos ocho meses tendrás una persona tímida, una persona esquizoide y una persona sociópata en tu vida. Los seres humanos, a pesar de nuestros deseos y a pesar de nuestro reconocimiento de la singularidad de cada persona, en última instancia, no somos tan terriblemente únicos. Es algo terrible de aceptar.
Lo que sí es único son ciertas calles, la forma en que una calle se curva, la forma en que una escalera sube, la apariencia de un gramófono, las tijeras, los cascanueces, la mesa de café, los diversos pequeños utensilios de la vida, eso es lo que marca la diferencia. Y el paisaje, los cactus y la bugambilia, ese aspecto, esa experiencia del espacio y de los objetos físicos, es lo que se pierde y no se puede recuperar, y está en el núcleo del trauma de la migración y la dislocación geográfica."
Yo no he migrado, pero mi papá sí lo hizo. Él nació en el Líbano, y si bien tenemos muy presentes a todas las personas que marcaron su infancia, lo que más recuerdo es cómo describía la vista del mar desde su pueblo: "el horizonte está arriba tuyo", decía, y a mí me sonaba como a algo sacado de un libro de ciencia ficción, pero de esos clásicos súper épicos. Nunca lo entendí hasta que visité la casa de mis tíos abuelos y me di cuenta de que esa era la única forma de explicarlo. El horizonte está arriba tuyo. Mi papá tenía también unos zapatos para entrar al mar que nunca usó aquí. "Pero pap, ¿quién usa zapatos en el mar?", le preguntábamos, como si el mar de Salinas fuera el centro del universo, y nos decía que era por las rocas. Que si entrabas al mar con zapatos, podías caminar sobre las rocas hasta muy adentro y el agua seguía llegando hasta tus rodillas. El mar de Chipipe, donde pasábamos vacaciones de chicos, no tiene rocas, y si caminas 6 metros adentro, ya no tocas el suelo. Y tiene un oleaje que si pasa de 60 cms, puede ser calificado de tsunami. ¿Qué más recuerdo de Chipipe? Los michugos que se asomaban en la arena en perfecta coreografía al retirarse el agua de la orilla, una y otra vez, como un metrónomo biológico. La llamada de los vendedores de empanadas salteñas, con su particular entonación. El olor del mar a las 6 de la mañana, cuando los pescadores regresaban en sus lanchas con las redes llenas de lisas que daban brincos en el agua. Salman Akhtar tenía mucha razón cuando habló de esos detalles irrepetibles que se extrañan con una nostalgia casi dolorosa. Porque también se migra en el tiempo, y ese Chipipe ya no existe. O mejor dicho, existe solo en quien lo recuerda y en quien lo narra. Lo mismo sucede con nosotros. Mi papá vuelve a existir cada vez que mi memoria invoca su imagen, su olor, su presencia, sus pasos, ya sea yendo con los zapatos para el mar o a buscar un helado en el crucero al que lo invitamos por sus 80 años.
Y así, el tendrel se presenta nuevamente (mientras más lo notas, más aparece), porque quería citar unas frases del maravilloso ensayo de Michel Onfray llamado "Estética del Polo Norte", donde Onfray anota, con una sensibilidad punzante, sus reflexiones sobre los desiertos helados y las personas que los habitan. Y cuando empecé a buscar esos pasajes, recordé que ese libro, más que un bitácora, es un diario del viaje al que Onfray invitó a su padre como regalo por sus 80 años. La ternura y honestidad con que habla Onfray de su padre me recuerdan al mío, también sereno y con una sonrisa que me acompaña hasta hoy.
"Luego, una risa de mi padre llegó hasta mí. Sereno, calmado, apaciguado, tuve la certeza de que este viaje culminaba ahí, en el saber que los cuerpos avanzan hacia una paz blanca, hacia una serenidad que se confunde con el tiempo del sobreviviente: el último que ama y permanece sostiene los hilos de la eternidad."
Hay un libro sobre eso
Inauguro esta nueva sección con el libro de Onfray mencionado arriba, y dejo aquí otro párrafo sublime. Vale mucho la pena este libro, consíganlo si pueden.
La ausencia de hombres y de viviendas transfigura el paisaje en un misterio: geografías marcianas, extraterrestres en el sentido etimológico, geologías lunares, extensiones comparables a las de las tierras en las que jamás ningún hombre puso el pie. Sin cultura, la naturaleza en estado puro. Como si fuese la primera mañana del mundo, quien observa tiene la sensación de asistir al nacimiento de un planeta, a la creación inmanente de continentes, de volúmenes, de figuras, de relaciones —el agua y la tierra, la montaña y el océano, la costa y la orilla, las alturas y el nivel del mar, las profundidades y las altitudes, las cumbres y los abismos—.
Hay un podcast sobre eso
Un Día Eres Joven, Episodio 51: "Viajar: incomodidades, maletas, niños y Bloody Mary"
Aparte de que son mujeres súper cultas y eso siempre hace que su conversación sea interesante y llena de humor, me encanta la química que tienen Chloé Pueyo y Ana de la Hoz en su podcast y me encantó este episodio en el que hablan de viajar, de las incomodidades del tren y el avión, las normas de educación básicas y la mejor parte: las cosas que las irritan en los viajes (me gusta cuando la gente sabe quejarse). Además: viajar con niños, trucos sobre cómo hacer bien las maletas (súper útiles, tomen nota) y qué ropa llevar para viajes largos. Y una receta de Bloody Mary.
Hay una app para eso
Sistema operativo: Android, iOS, web
Gracias a Luisito Comunica, mi hermano se enteró (y nos enteró a todos) de la existencia de esta app con la que puedes buscar y adquirir una eSIM para cualquier lugar del mundo y viajar sin necesidad de cambiar el SIM de tu teléfono, ritual que solíamos practicar en el avión antes de que sirvieran las bebidas y un mendrugo dulce o salado, pero mendrugo finalmente. Los planes que muestra Holafly son los mejores, porque conectan con las telefónicas con más cobertura de cada lugar y la app se asegura de informarte cuáles planes te dan los datos sin restricciones y cuáles te los dan por goteo. Yo la he usado ya para viajar a tres lugares distintos y las tres veces me ha ido súper bien.
Turbli
Sistema operativo: webEsta no es una app per se, sino una página web que te indica si habrá turbulencia en la ruta de tu vuelo. (Si no te sirve a ti, le servirá a alguien que conoces, te lo aseguro). Su creador es un ingeniero especializado en Dinámica de Fluidos Computacional: Ignacio Gallego-Marcos. La razón por la que creó esta web es porque, aunque él no tiene miedo a volar, siempre le han interesado los factores metereológicos que afectan sus vuelos, especialmente uno que se puede predecir con precisión si sabes cómo hacerlo (él sabe): la turbulencia. Turbli ha sido recomendada por muchísimos medios confiables y en mi experiencia personal, ha acertado con sus pronósticos el 100% de mis vuelos. Además, te da sugerencias sobre cómo lidiar con el miedo a volar (sin necesidad de usar fármacos, aunque éstos ayudan mucho, sorry).
Y hasta aquí nos trajo el río, como se dice en algún lugar.
Como siempre, muchas gracias por leer y comentar, y si les gustó esta u otra edición, les agradecería también que la compartieran, así puedo contratar un camarógrafo para que me siga a todos lados y haga pruebas de luz.
¡Hasta luego y hasta la próxima edición! (En dos semanas).
Denise
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